Finalmente, para terminar con esta serie de artículos sobre las puertas de la fachada occidental de la Catedral de Notre Dame, nos vamos a referir a la puerta que está más al sur, la Puerta que lleva el nombre de la madre de la Virgen, Puerta de Santa Ana.
Aunque su construcción se realizó contemporáneamente a las otras dos puertas, hay una gran diferencia con éstas. Tenemos que fijarnos en la decoración de la misma y podemos concluir que, mientras las anteriores eran claramente de estilo gótico y, por tanto, del siglo XIII o XIV, las esculturas de la Puerta de Santa Ana son anteriores. Estas esculturas pertenecieron a otras iglesias anteriores al siglo XII y su estilo es románico o tardorrománico donde se empiezan a incubar algunos rasgos del futuro gótico.
La puerta es de arco ojival o apuntado y, al igual que el arco de la Puerta de la Virgen, tiene cuatro arquivoltas que son sostenidas por otras cuatro jambas a ambos lados.
El parteluz de la puerta es más estrecho que los de los otros arcos y en él está representado San Marcelo quien sostiene una lanza que clava sobre el cuerpo de un dragón. La figura es frontal y esquemática, claramente románica.
El tímpano cubre todo el espacio que está entre el dintel y el vértice del arco, sin embargo, como se decoró con elementos extraños a esta construcción hubo que hacer una adaptación, creando, a su ver, dentro del tímpano otro arco de mediopunto ligeramente apuntado un poco más bajo que el original. El espacio entre ambos se rellenó con unos motivos vegetales y la figura de unos ángeles.
En este arco están representadas tres escenas religiosas, superpuestas unas a otras.
En la escena superior está representada una Virgen Theotokos, de tradición aún románica por su hieratismo, frontalidad y ubicación del Niño en el centro de su regazo. La Virgen está solemnemente sentada en un trono bajo un precioso baldaquino con estructuras arquitectónicas que simbolizan la Jerusalén Celestial. A ambos lados hay sendos ángeles turiferarios. En los extremos del tímpano encontramos la figura de un obispo y un escriba y al lado opuesto un rey arrodillado. Se cree que estas últimas imágenes del obispo y el rey pertenecen al siglo VI y se supone que representa al rey Chisdalberto.
La escena intermedia de este tímpano tardorrománico revela el Ciclo de la Natividad, con las escenas de la Anunciación, Visitación y Nacimiento de Cristo. Podemos ver a María que está tumbada en una cama de gran riqueza junto a un San José pasivo.
Finalmente la parte inferior ya es del periodo gótico -del siglo XIII- y lo ocupa un friso con la historia de San Joaquín y Santa Ana.
En ambas jambas podemos ver dos grupos de cuatro figuras representando a reyes y reinas. Todos ellos están situados bajo doselete.